viernes, 17 de junio de 2016

Bisagra

Me genera mucha curiosidad el tema de la misión de uno en el Mundo.
Acabo de entender la mía, y me gusta que sea algo épico.  Soy una bisagra.

Puede que deje mi vida en este propósito, de hecho ya estoy dejando mi salud, pero qué importa, si es que se cumple el objetivo.

Somos un puñado de historias, no? La recaudación -más intereses-de lo que vivieron nuestros parientes.
Somos Todos nuestros muertos

Hoy pienso en el abuelito gallego, con su anhelo socialista de mejorar el mundo.  Sé cuánto leía y enseñaba a los demás.  Y quiero que Eso de él quede en mí.
Pero no su dsepotismo.
No el rencor que sus hijos le tienen por no haber descansado nunca.
No la falla que tuvo al no poder compartir su ideología con ellos.

Y el otro abuelo, porteño, profesional del rebusque, cazador de pajaritos o chofer de ambulancia, dueño de una astucia que yo deseo para mí.
Pero no su despotismo.
No el dolor de sus hijos por no sentirse amados, protegidos.
No la falla que tuvo al no ponerles límites.

Y las damas, sus compañeras

La gallega, puro sacrificio y dedicación, quiero para mí su fuerza y su modo de dar amor a través de los panqueques y el trabajo.
Pero no su despotismo.
No la incomodidad de ser un poco infeliz siempre, renagando de lo que hubiera podido ser si...

La otra porteña, llena de actitud, bella y potente, propietaria de una picardía que yo quisiera tener.
Pero no su despotismo.
No la indiscreción constante y la queja por el accionar ajeno.

Y así, hacia arriba en la genealogía, sigo encontrando pinceladas de mí.
Las reconozco y me identifico con alegría.
Pero no me resigno a tener peros para los que vendrán

Mamá y papá supieron esquivar el bulto a través de sus recursos: somos un puñado de historias, o no?
cómo evitar el mandato? Quién podría cuparlos por ser como los hicieron ser?

Así que ahí va mi vida
Recolectar despotismo ajeno y aplicarlo en mí.
Esquivar psicopatía ajena asumiendo mi deber, que  nunca termina, porque la gente pide más y yo sigo con el desborde pero atiendo todas sus demandas

Llena de baches por todo lo que no puedo  resolver, negándome la felicidad, el amor, el disfrute.

Es una osadía desafiar al mandato
Pero más osado es registrar las dificultades y negarlas.  Eso es muy caro para los que vendrán después de uno.

Mis errores serán consecuencia de la acción, de los intentos.
Del amor desinteresado y vació de egoísmo.
Sé que no hay garantía de que salga bien, y sé que mi vida está comprometida en esta causa.
Pero veo resultados en los ojos que me miran...en los que de verdad me importan

Y veo que los que vengan después de mi encontrarán que la cadena de despotismo se puede cortar.

jueves, 26 de mayo de 2016

De contra

La marcha a contramano es una provocación.  El que va por el camino correcto dudará por un instante quién está confundido.  Se sentirá interpelado en lo más profundo: ¿me aparto y le doy paso al que viene al revés para que no me aropelle? O será un justiciero que querrá evidenciar la falta del otro.
¿Y qué lleva al infractor a tomar esa decisión, ese camino peligroso?
O está atrapado por un sinfín de vallas y cintas que condicionan su camino
O se confunde
O corre detrás de alguien
Y careciendo de mejores estrategias cambia su marcha sin prever las consecuencias.
Se sentirá responsable del error y será invadido por la culpa, disminuirá su marcha bajando la mirada y frunciendo la boca
O por pasar inadvertido correrá cuanto pueda para salir del embrollo
O se detendrá para pedir disculpas asumiendo un riesgo mayor: el de ser embestido
Y ahí, si se detuvieran todos, si pudieran brindarle al infractor una red, una ocasión para explicarse, si pudieran todos constatar o refutar sus elucubraciones, cada uno transformaría su percepción.
Y el infractor, responsable del riesgo que generó, comprendería que los caminos tienen un sentido, y que la búsqueda debe realizarse a través de una planificación.
Por ende un bollo, un yeso, una terapia intensiva, incluso, son respuestas lógicas y preparadas para tamaña imprudencia.
Así ese transgresor ya no será quien era.  Ni él ni sus testigos.

miércoles, 20 de junio de 2012

  Tengo la sospecha de que cuando se vuelve al Sur, como se vuelve siempre al amor, eso puede no ser bueno.
  Creo que estoy teniendo retornos no positivos, como los drogadictos, como los obesos, como los ladrones, como los violentos.
  Vuelvo vencida a mis conductas inapropiadas, a los estallidos de angustia, al desamparo que busco para preservarme del amparo.
 Vuelvo al miedo que me inflama sofocándome, porque ahoga cuando crece desde afuera hacia adentro.  Y vuelvo a desconfiar de mi, que tanto intenté re estructurarme invirtiendo llanto, tiempo, tanto dinero y más llanto.  Mi lucha encarnizada contra la soberbia, yo que soy buena, que me pliego a las causas ajenas, yo que soy solidaria, que no resisto la injusticia y la combato.  Yo que soy tan sensible que no puedo ver que sufran sin involucrarme en ese sufrimiento y tengo la responsabilidad de actuar, debo hacerlo.  Yo y superyo con obligaciones en cada ámbito, a cada paso.
  Se que mi recaída puede ser parte de un buen proceso pero tengo miedo, creo que estoy sola en esta lucha y me aterra contar sólo conmigo para salir adelante contra todos.
  La única posición en la que me siento capaz es "en contra".
Y cuando algunas veces me veo en contra de mí misma, me miento.  Me recuerdo mi capacidad de colaborar, mi altruismo, los logros realizados desde mi gestión en la vida de mis afectos.
Veo franqueza, claridad, precisión en mis deseos, pero siento que soy una especie de locomotora sin vía.
Necesito un tango.

   Lastima, bandoneón,
mi corazón
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión.


Contame tu condena,
decime tu fracaso,
¿no ves la pena
que me ha herido?
Y hablame simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya se que te hago daño
llorando mi sermón de vino!


Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturde,
la curda que al final
termine la función
corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal
que arrastra el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...

domingo, 4 de marzo de 2012

Los pájaros perdidos

http://www.youtube.com/watch?v=3wk3FRt_3Bc&feature=related

Ya no tanto


Hace años que me dedico a despegar y despegarme de todo.

La adherencia es problemática porque nunca se termina de eliminar; siempre queda una tendencia, un poquito de tirón hacia el origen.
Los que adhieren a la adherencia muchas veces no lo viven como un problema, más bien eligen quedar pegados a lo que conocen. Entienden que lo más saludable será no enfrentarse a lo oscuro.
Lo pasado pisado, nada de revolver mierda como me dijo mi mami.
Ni hacerse cargo, ni empezar otra vez con todo ese fastidio, ni tropezarse a cada paso con un trauma.
Hoy me siento mejor, más aliviada.
Si dijera que con alcohol despegué los últimos pedacitos de adhesivo parecería una apología del escabio, y lo que quiero decir es que creo haber limpiado todas mis superficies con aguarrás, thinner, o el que sea más eficaz de esos químicos.
Liberada, sigo alejándome de ese ideal triste de mí.

domingo, 11 de abril de 2010

Pasada de rosca

No poder dormir por exceso de cansancio es una ironía muy fastidiante. Saltás en la cama en cada intento por relajarte y te vas entregaaaando poco a pooocooo y sacudón! Se revuelve el esqueleto. Volver a empezar no es fácil porque ya contás con el miedo de que te vuelva a pasar. La cama es tan sincera conmigo. Tan cruel...
Cada noche antes de dormir me muero un poco. Me ahogo, tengo un poco de miedo, pienso en cosas que me asustan, (que casualmente aparecen en mi cabeza justo antes de dormir) y después, según la orden de la noche, no podré dormir en paz por tal o cual motivo.
Así hace años.
En la maraña de mis apreciados mambos, también me asusta no tener problemas para dormir; ya no tendría la esperanza de algún día poder dormir bien. ¿es claro?
(stoy cansada y en lo que más me esfuerzo es en cansarme más.)

Ayer soñé que una señora de unos 50 años se pegaba un tiro. Otras señoras le estaban contando historias de exilio, o tal vez de inmigración. Ella tuvo miedo, creo que era exiliada. Al cabo de la historia que le contaron, sentada solita al borde de un sillón rojo de 3 cuerpos, con una iluminación cinematográfica ideal, buscó el revólver y se mató. Yo sabía que estaba viendo una película en mi sueño, y cuando ví el tiro apagué la tele y grité: NOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!, y me desperté convenientemente horrorizada.
Esto sucedió en una madrugada de mucho agotamiento, cuando me acosté ya casi era de día y me quise apurar a dormir. Se me hizo un lío en el inconciente!

miércoles, 10 de febrero de 2010

Adiós gracias

La naturalización del bienestar es una concepción arraigada para los saludables. Tenés dos piernas, es natural que puedas caminar. Podés ver, claramente. Hablar, escuchar. Es obvio.
La plata vá y viene, lo que importa es la salú. Los ricos enfermos, pobres ricos, ciertamente la pasan menos mal que los pobres enfermos pobres.
Acostumbrados los autoválidos a esa condición, temblamos de miedo cuando el dedo chiquito del pié no nos deja caminar bien, y no nos vamos a poder poner los zapatos con lo que nos duele por el juanete. O cuando la muela, maldita endemoniada, nos aturde y nos impide correr el pensamiento de ese lugar; todo es muela doliendo.
Y cuando hace calor o frío, y cuando hay mucha humedad, y cuando hace mucho que no llueve o hace mucho que no para de llover. O cuando viajar en colectivo es una mierda, o el tránsito está insoportable aunque estés cómodo en tu auto, o si tus hijos gritan todo el día, señal de que están sanitos. Pum!!!!! caigo. Me alejo de la queja.
Embarazada, ecografía en mano, frustrada porque no se vío el sexo del bebé pudoroso. En definitiva no lo podrías modificar, dijo el médico. Por suerte está saludable, era lo que quería ver. Ajá... vuelvo a caer. Ya no importa si rosa o celeste, blanco vá muy bien.

La queja como forma de vida me suena a una salida hacia quién sabe dónde, una dolorosa evasión de lo difícil que puede resultar hacerse cargo del bienestar. Vivir en drama parece más atractivo para nuestros testigos que nos compadecerán e intentarán asistirnos. Será bueno no sentirnos tan autoválidos en ese caso, siempre es tan grato recibir un mimo aunque sea desde la lástima.
La aceptación del bienestar nos posiciona en un lugar de compromiso con...¿el otro? ¿con nosotros mismos?
Creo que el desbordado no sabe no-sufrir. (Más bien creo que lo sabe, solo que no le resulta conveniente) Los desbordados terminamos siendo una manga de manipuladores, al final.-